domingo, 16 de diciembre de 2018

La encrucijada de la Justicia.


Desde que Pedro Pacheco fue condenado por decir que “la Justicia es un cachondeo” e insinuar que había connivencia entre abogados y jueces, hasta las recientes manifestaciones frente al TS han pasado muchas cosas.

Si en 1985 algunos ciudadanos sospechaban que la Justicia no era un dechado de virtudes, tras sus últimas actuaciones, que muchos han calificado de tercermundistas, es raro encontrar a alguien que siga creyendo en ella

¿A quien le puede extrañar, si han permitido todos estos años que los nombramientos del CGPJ y del TC sean más por razones partidistas que jurídicas; y han aceptado hacerle el trabajo sucio a políticos incompetentes en el tema catalán?

La subordinación al poder ejecutivo es tal que no han dudado en encarcelar a políticos catalanes electos, forzando las normas, aunque ahora no tengan delitos para imputarles que sean aceptados por los catedráticos de derecho españoles y europeos.

Eso les ha puesto en una compleja encrucijada. Por una parte, no se atreven a dar marcha atrás, como sí hicieron con las hipotecas en cuanto llamaron los bancos, y devolverle al gobierno un problema que no tiene más solución que el dialogo y la negociación.

Y por otra, son plenamente conscientes de que el caso catalán será juzgado por Europa y por el mundo, que examinarán detenidamente a la Justicia española, y probablemente concluyan que deja mucho que desear.

Si esa es la sentencia, el colosal descrédito por el suspenso mundial a uno de los pilares fundamentales del Estado de Derecho, obligará a hacer cambios profundos, que no se podrán quedar en el puro maquillaje, como se hizo en la Transición.

Creer que el país se defiende saltándose las reglas para impedir el dialogo, no solo es un insulto a la inteligencia, sino que supone un tremendo error que pagamos caro. 



VIVA LA REPÚBLICA

LIBERTAD PRESOS POLÍTICOS

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