martes, 18 de junio de 2019

Invictus (castellano)


He estado mirando de nuevo la película Invictus, la excelente obra de Clint Eastwood, y comparando el cambio de régimen sudafricano con la actual situación política en España y Cataluña.

En la película dos colectivos, blancos y negros,
enfrentados desde siempre, deben empezar una nueva manera de convivir, y todo es posible: las humillaciones, el escarnio, las depuraciones, los ajustes de cuentas y quien sabe si hasta la represión o la violencia extrema.

Pero Mandela, con una visión poco común, les habla a todos de la necesidad de compasión, templanza y generosidad, de que si a los blancos se les quita lo que les une al país, los perderán y eso solo llevaría a la nación a una espiral que acabaría destruyéndola.

El resultado es que, después de toda una vida de opresión, se mantienen como oficiales el himno del Apartheid, los colores, costumbres, deportes y lengua de los blancos opresores.

¡Qué diferencia con lo que ocurre en España! Aquí vemos que con cada cambio de gobierno se inicia un proceso de depuración de todo lo anterior, con el afán de destruir lo hecho, bueno o malo, simplemente porque lo hicieron “los otros”.

Nelson Mandela y el capitán de la selección de rugbi.
A Cataluña se le aplica el derecho de conquista que desprecia su lengua, cultura e inquietudes nacionales, se reprimen sus anhelos políticos y se encarcelan a sus líderes, porque a nadie le importa si nos sentimos españoles o no, con tal de que sigamos pagando religiosamente.    

En vez de compasión, templanza y generosidad, nuestro jefe del estado grita “a por ellos”.  ¿No será que hemos degradado tanto la política que nos faltan líderes con visión y objetivos que vayan más allá de buscar la manera de mantenerse en los cargos?

¿Cuánto tardará en acabar con España la espiral destructiva?


ACUSO AL ESTADO POR LA FARSA DE JUICIO AL INDEPENDENTISMO
VIVA LA REPÚBLICA
LIBERTAD PRESOS POLÍTICOS

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