Pero los políticos no
parecen haber aprendido nada, por más que la pandemia haya puesto sobre la mesa
los peligros de paralizar la economía.
De nada sirve que
pregonen la importancia de mantener el consumo, de garantizar la supervivencia
de las empresas o de seguir generando riqueza, porque ellos continúan con sus
ideas preconcebidas de antes de la Covid.
Un ejemplo es el querer retrasar
la edad de jubilación, en vez de flexibilizarla para tener pensionistas sanos y
con capacidad adquisitiva, que salgan y mantengan abiertos hoteles y
restaurantes, después de comprobar que sin el Imserso agonizan lentamente.
Creen que las pensiones no se podrán pagar a largo plazo, así que si mantienen ese 50% de paro juvenil, muchos jóvenes no llegaran a cotizar nunca los años necesarios para tener una pensión y así les debe parecer que resuelven el problema.
Hay otras alternativas,
por ejemplo, promover el cambio generacional en las empresas, que facilite la
entrada de los jóvenes al mercado laboral, asegurándoles sueldos dignos que les
permitan emanciparse.
Con unos pensionistas
sanos y con poder adquisitivo, más unos jóvenes motivados, activos y bien
pagados, se generaría riqueza y la economía despegaría, multiplicando la prosperidad
de todos.
Pero hay que ser
realista, todo eso está fuera del alcance de unos políticos mediocres y
cobardes, que no piensa en el país sino en mantener su silla a base de peleas gallináceas,
de vuelos cortos entre ramas cargadas de detritus.
BASTA DE REPRESIÓN
AMNISTÍA PRESOS POLÍTICOS
AUTODETERMINACIÓN
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