Decía el Sr. Griñán días atrás que era hora de dar paso a una nueva generación, para lo cual nos proponía como alternativa a la Sra. Susana Díaz que, al verse líder de la potente federación andaluza, ya se siente con autoridad para aleccionarnos y para postularse como futura presidenta incluso del Gobierno central.
¿Supone de verdad, la
Sra. Díaz, un cambio al Sr. Griñán o a la manera de hacer política de los
últimos años en este país? Lo dudo.
- En primer lugar porque, a igual que tantos, tampoco ella ha sido elegida por el pueblo sino por el aparato del partido, así que es ajena a los problemas reales del país.
- Segundo porque la única baza que posee ante el electorado es el carné de un partido político, pero no experiencia profesional alguna, que es lo que ahora necesitamos.
- Y tercero, y más importante, porque la única gestión que puede presentar es la que ella ha contribuido a crear en Andalucía: un 37% de paro estructural, un 70% de paro juvenil, un 30% del presupuesto procedente de subvenciones y una corrupción que parece generalizada propia de 35 años sin abrir puertas ni ventanas.
Lo más grave de todo es
que ni el Sr. Griñán ni la Sra. Díaz, ni al parecer toda la clase política
española, han entendido que en democracia no “se deja paso”, eso es propio de
las dictaduras o de las monarquías (las de corona y las de carné político o
sindical), lo que se hace son unas primarias (abiertas y donde puedan votar
todos los miembros del partido, y no esa pantomima del Congreso Extraordinario
donde solo votan los barones) y se elige al mejor, que unas veces es un
Kennedy, de 40 años, y otras un Reagan, de 70, porque la democracia real no entiende
de edades.
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