domingo, 7 de mayo de 2017

¿De qué patriotismo hablamos?

Mis amigos no independentistas cuestionan mi patriotismo, y no me extraña, puesto que yo lo hago cada día, al cuestionarme el mío y también el suyo. Es un ejercicio que les aconsejo. Cuando me pregunto si esta es la única España posible, concluyo que ni es la única ni la mejor.

Mi padre fue al servicio militar a principios de 1936 y le hicieron jurar lealtad a una bandera tricolor, con el Himno a Riego, bajo un gobierno republicano que pretendía modernizar el país y hacerlo más próspero, equitativo y justo.

A los pocos meses, los mismos que le pedían dar hasta la última gota de sangre por España, la ultrajaron, la violentaron y mataron a más de medio millón de compatriotas con ayuda extranjera, para devolverla a las tinieblas convertida en un cuartel con iglesia a un lado y prisión al otro. ¿Cuál de los dos es mi país?

Aquella España retrógrada, aislada, injusta, al servicio de los poderosos, que decía amar a los símbolos pero que odiaba a los españoles, nos la vendieron como la única posible. ¿Seguro que no hay alternativas mejores?

Los que impulsaron aquella indecencia bélica y se autoproclamaron nacionales fueron los que nos dieron lecciones de moralidad.  ¿Decir que se ama al país mientras se tiraniza a su gente era su idea de buen patriota?

Y ahora el gobierno del PP, heredero de los que apoyaron aquel ultraje, siguen proclamándose buenos españoles, mientras usan los cargos para robar a manos llenas. ¿Ese es su concepto de amor y respeto a la patria? Pues no coincide con el mío. 

No es extraño que muchos estemos confundidos sobre qué es España y que despierte ambigüedad de sentimientos. Como decía el poeta Catulo: “Odio y amo, quizá te preguntes por qué…”.


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