domingo, 14 de mayo de 2017

Dignidad y prosperidad

El gobierno del estado y los medios de comunicación de Madrid, se empeña en mostrar a los independentistas catalanes como el fruto de un nacionalismo parecido al español: imperialista, excluyente y autoritario.

No han entendido que no somos nada de eso y que, de hecho, Cataluña ha sido siempre una tierra de acogida, que no dudó en poner de presidente de la Generalitat a alguien que no había  nacido aquí, como ocurrió con José Montilla.

La mayoría de los que últimamente nos hemos convertido al independentismo lo hemos hecho por dos motivos.

El primero es compartido por todas las personas y colectivos: el anhelo de dignidad. Queremos que se respete nuestra lengua y nuestra cultura, ser tratados como iguales y que no sea aquí inconstitucional lo que en otras CCAA es constitucional, y estamos hartos de ser insultados, vilipendiados y acusados de insolidarios por aquellos a los que pagamos las fiestas con un 9% de nuestro PIB.

Y el segundo también lo comparte el mundo entero: el deseo de prosperar y de darles un futuro mejor a nuestros hijos. Estamos seguros de que vivir en un país que no ha logrado jamás dar trabajo a toda su gente, no traerá prosperidad. No queremos que el 70% de nuestros jóvenes estén convencidos de que tendrán que irse al extranjero para ganarse la vida. Y ya puestos, creemos que vivir en una república es mejor que hacerlo en una monarquía decimonónica gobernada por quienes añoran el fascismo más rancio de Europa.

Lo que de verdad me extraña, del proceso que está viviendo Cataluña, es que sea el único de España y que tantos españoles acepten de buena fe que esto es a lo único que pueden aspirar o que es lo mejor que les pueden dejar a sus hijos.

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