Qué diferente de
los españoles, aguantando un régimen ilegítimo, impuesto por un dictador mucho
peor que Pinochet, manteniendo a su rey, a su aparato de estado, a sus jueces,
a su policía, a su ejército, a sus parásitos…
Así nunca
recuperaremos el país que nos robaron con la Gran Traición de 1936 y estaremos dándoles
la espalda a los compatriotas de bien que, buscando un futuro mejor, votaron
por una República de todos y lucharon por ella.
Mi padre fue a la
mili en febrero de 1936 y los mismos que le obligaron a jurar que lucharía por
la bandera, se alzaron a los pocos meses contra de todo lo que habían jurado
defender. Y no lo hicieron por España sino para preservar sus propios intereses.
Además, cada vez que creen amenazada la “unidad de la patria” embisten como un Miura,
pero en cambio adoran a los últimos que han roto esa unidad: Franco, con las provínicas de Sidi
Ifni, Fernando Poo y Rio Muni; y Juan Carlos I, con el Sahara Occidental.
Les adoran porque ambos les han mantenido unos privilegios de los que gozan desde hace casi cinco siglos. Lo demás, incluidos estos conceptos patrióticos, les importa un bledo, solo los necesitan de coartada para engañar incautos mientras siguen expoliando el país.
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