viernes, 22 de abril de 2022

Dime de qué presumes... (castellano)

“Dime de qué presumes y te diré de que careces”, asegura el dicho.  Cuanto más se empeñan en proclamar que esto es un estado de derecho, más razón hay que darle al refranero.

Y es que por más que presuman, no permiten que se cuestione un modelo de estado, heredero del fascismo proscrito en todo el mundo, e impuesto por un dictador asesino a base de miedo y represión.

Aseguran que todos somos iguales, pero no se puede juzgar a un exjefe del estado, pese a que su propio hijo, y la Fiscalía, han reconocido sus prácticas irregulares, después de ser denunciadas por la prensa internacional.

Proclaman la soberanía popular, pero controlan de qué se puede hablar o no en un parlamento “democrático” y, si no les gusta el resultado de las elecciones, no dudan en vetarlo y cambiarlo a su antojo.

Presumen del imperio de la ley, pero para combatir a los que piensan distinto, retuercen todas las leyes y, para asegurar que nada se descontrole, no le hacen asco a cualquier ilegalidad, ya sea mentir o espiar, asesinar y enterrar en cal viva o promover atentados.


Todo vale para mantener un régimen que les va bien a unos pocos, pero sobre el cual no se atreven a preguntar por si los ciudadanos no lo ven tan ideal como quieren hacernos creer.

Porque los ciudadanos les importan poco, solo velan por los privilegiados, por eso el Presidente del  Supremo, Carlos Lesmes, reconoció que “la ley está pensada para el robagallinas, no para el gran defraudador”.

En definitiva, mejor que sigan cacareando que esto es un país serio y una democracia plena (Franco también presumía de democracia orgánica), porque se parece tanto una dictadura de pacotilla, que cualquier observador podría confundirlo fácilmente.


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