Aún recuerdo cuando, como los reyes del papanatismo que somos, decíamos que a los niños de 5 años había que proporcionarles pantallas para las escuelas, porque, en caso contrario “perderían en tren del futuro”.
Si nos hubiéramos parado a mirar a nuestro alrededor habríamos visto que los líderes de Silicon Valley ya habían empezado a cambiar a sus hijos a escuelas que recuperaban el papel, la pizarra y la tiza.
Lo de ser “la reserva espiritual de Europa”, nos produjo tanto atraso que ahora tenemos un verdadero anhelo de “modernidad” por eso adoptamos cualquier cosa que parezca novedosa y progre, sin valorar las posibles consecuencias.
Nos pasa con la inmigración ilegal, con el feminismo radical, con la gratuidad universal de libros escolares y de productos de higiene femenina, pero también con los cheques para jóvenes, que ellos se gastan en cines y videojuegos.
Nos ha pasado siempre, cuando adoptamos el euro, éramos el país con menos reticencias al cambio, pero también el único que tuvo una carestía del 66%, porque lo que costaba 100 Pts., pasó a costar 1 Euro el día siguiente.
Ahora nos vuelve a ocurrir con las pantallas, pero el precio es la salud de nuestros jóvenes y lo pagará toda una generación que estamos inmolando en el altar de una falsa modernidad que es fruto de nuestro necio papanatismo.
¿Cuándo aprenderemos?
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