La acusación, para quien cuestione algo de lo dicho, es que es un negacionista, un terraplanista, un trumpista, aparte de violento y, desde luego, sospechoso.
Pues miren, yo pongo muchas cosas en duda. La primera es el tema de que las enfermedades crónicas sean el resultado del cambio climático y no de que la supervivencia haya pasado de los 50 a los 90 años.
Y entiendo que el calor puede provocar muertes, pero no podemos olvidar que la gente muere sobre todo en invierno, por lo que a las cifras de fallecidos habría que restar los evitados por unos inviernos más suaves.
Dudo del discurso oficial que me hace sentir culpable si abro el grifo de casa, mientras el 50% del agua que llega a los municipios se pierden por el mal estado de las tuberías.
Y dudo de que me hagan sentir culpable si reciclo mal una piel de plátano, mientras el gobierno permite que entren al país 160.000 toneladas de residuos procedentes del extranjero.
También dudo de que quien permite que cada 2 plátanos, 2 manzanas o 2 peras, vayan envueltas en una bolsa de plástico, luego me haga sentir culpable por comprarlas así en el supermercado.
Dudo de las buenas intenciones de quienes, pudiendo hacer mucho, simplemente se dedican a hacernos sentir culpables a quienes podemos hacer tan poco, y se lo dice alguien que de pequeño devolvía los envases.
Pero, sobre todo, dudo de que la solución a este problema global sea que dejemos de consumir carne, que nos hagamos de nuevo el jabón en casa y que todos tengamos un huerto para comer nuestros propios tomates
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