Sospechan que usaron
técnicas para alterar el comportamiento económico de los consumidores que
pedían créditos habilitados por el Ministerio para empresas y autónomos
golpeados por la Covid.
Uno no puede dejar de
preguntarse cuantas prebendas necesitan los bancos para que sus altos directivos
puedan seguir creyéndose maravillosos.
Ya hace tiempo que
dejaron de ser aquellas entidades serías y seguras, donde un apretón de manos
con el director de sucursal era más fiable que una publicación del BOE.
Empezaron por mover al
personal para que no cogieran confianza con los clientes, olvidando que
precisamente la confianza era el núcleo de su negocio.
Presumen de ser empresas privadas y de las virtudes del mercado, pero como no le salían los números, fueron a ver a papá Estado y le exigieron que eliminara la competencia, empezando unas absorciones donde primó más la política que la eficiencia.
Especulan con nuestro
dinero, nos cobran comisiones abusivas y nos engañan directamente,
como ocurrió con la venta de preferentes a ancianos, que no tenía otro objeto
que quitarles los ahorros de toda una vida.
Pero como tampoco les
salían los números, nos pidieron un rescate, que nos costó un ojo de la cara, y
que ni han devuelto ni piensan devolver.
No solo siguen haciendo
trampas, sino que ahora quieren reducir plantilla porque creen que el problema
son sus trabajadores, por eso exigen nuevas ayudas, que tendremos que volver a pagar
nosotros, claro. Una verdadera cruz.
BASTA DE REPRESIÓN
AMNISTÍA PRESOS POLÍTICOS
AUTODETERMINACIÓN
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