Al parecer comparecen al
mercado de la electricidad todos los que la fabrican y para comprarla se
empieza por la más barata y se va añadiendo, según necesidades, hasta terminar
con la más cara, un proceso lógico que deja poco margen a la crítica.
El problema es que toda
la electricidad comprada se paga al precio de la última que se ha adquirido, es
decir de la más cara. ¿Qué les parece? Si el hablar de electricidad les ha
despistado, cámbienlo por la bolsa de la compra.
Imaginen que entran al
supermercado y meten en el carro todo lo que necesitan, papel higiénico, detergente,
champú, tomates, macarrones y, para darse un gusto el fin de semana, meten
también un buen solomillo.
¿Qué dirían si al llegar a la caja, les cobraran todos los artículos que llevan en el carro al precio del producto más caro? ¿Les parecería normal pagar el papel higiénico al precio del solomillo? Pues eso es lo que se hace con la electricidad.
No les sorprenda que
nadie diga nada, ¿quién iba a hacerlo? Las eléctricas que la producen cara, cobran
su tarifa, por tanto no tienen motivo de queja y las que la producen barata
reciben mucho más por ella, o sea que aún tienen menos motivos.
Los ilusos creerán que
deberían ser la oposición quien pusiera el grito en el cielo y que el gobierno
debería acabar con tal funcionamiento, pero tampoco harán nada porque saben que
cuándo cesen tienen muchas posibilidades de acabar en una de esas eléctricas
tramposas.
BASTA DE REPRESIÓN
AMNISTÍA PRESOS POLÍTICOS
AUTODETERMINACIÓN
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