sábado, 3 de noviembre de 2012

Carta a Esperanza Aguirre y al ultranacionalismo español (4 agosto 2012)


Doña Esperanza Aguirre
Presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid

Sra. Presidenta

En primer lugar le diré que nací en Andalucía y que vivo en Cataluña desde los tres años. A causa de mi lugar de nacimiento nunca he sido independentista, ya que me parecía que era una forma injusta de renunciar a unos orígenes que me enorgullecen y me imprimen una manera de ser. Sin embargo he de confesarle que estoy a punto de convertirme en un independentista catalán convencido gracias a usted y a los ultranacionalistas españoles como usted, por eso quiero explicarle los motivos que me han llevado a tal decisión.  

Antes de empezar debería entender que, a diferencia de lo que ustedes creen, los independentistas catalanes no nacen por generación espontánea, sino que la mayoría se han ido cociendo al fuego lento de las injusticias, el desprecio y el expolio a que Cataluña es sometida por la mala gestión de una clase política que se empeña en no aceptar una realidad: que España es muy diversa y necesita soluciones adecuadas a cada situación, lo mismo que en cualquier hogar unos buenos padres deben darle a cada hijo lo que necesita para que se desarrolle, haga su vida y se convierta en una persona de bien para sus familias y para la sociedad a la que pertenecen.
   
Espero que de mis palabras no saque la conclusión fácil y precipitada de que simplemente lo que me ocurre es que no quiero a España, porqué eso no es cierto, amo a este país con todas mis fuerzas porqué es el de mis padres (q.e.p.d), el de mis hijos, el lugar donde vivo y donde hallé una compañera, buena esposa y mejor madre, por todo ello ¿cómo no amarlo? Eso está fuera de toda duda, lo que ocurre es que el país que yo amo no tiene nada que ver con el que usted dice amar y además no logro sentirme orgulloso de esa España que usted representa. No debería extrañarse, pues también hay padres que no se sienten orgullosos de sus hijos aunque sin duda les quieran.

Se lo confieso, no estoy orgulloso de esa España. ¿Cómo puedo estar orgulloso de ser el país europeo que ha tenido más golpes de estado en los últimos dos siglos? El último hace solo treinta años. ¿Cómo sentirme satisfecho de haber tenido la dictadura más larga del siglo XX en todos los países civilizados de nuestro entorno? Sra. Presidenta, ¿cómo puede algún catalán identificarse con un nacionalismo español que hace mofa de nuestras peores tragedias, asegurando en público que a Barcelona hay que bombardearla cada cincuenta años? Link1  Link2

¿Cómo puedo identificarme con un país liderado por una clase política que en vez de resolver problemas los genera y los agrava?Hace unos días, en estos momentos tan delicados de nuestra historia, y tan cruciales para nuestro futuro inmediato, el Parlamento español votó a favor del corredor ferroviario central, una infraestructura que incluso Europa les han advertido que es inútil e ineficiente, y además se empeñan en continuar la construcción de los AVE hasta Galicia y Extremadura, pese a ser tremendamente deficitarios, como ya hemos podido comprobar sobradamente en todo el resto del territorio ¿es ese el mensaje de seriedad y austeridad que vamos a darle a nuestros socios europeos y al mundo entero para que nos presten dinero?

Ustedes con su ultranacionalismo excluyente, siguen defendiendo que somos una sola nación y aseguran que aquí no cabemos todos ni se pueden tener ideas diferentes. Son esos planteamientos los que marginan a buena parte de los españoles, independentistas o no, simplemente por pensar de forma distinta.

Ustedes han limitado el nacionalismo a una única concepción de país, eso sí, bien envuelta en la bandera, y aseguran que ser patriota es aceptar ese único concepto y no cuestionar nada, porque hacerlo supone ser un mal español. Quieren hacernos creer que simplemente con que la selección de fútbol gane un partido eso ya es el súmmum del nacionalismo y la mejor manera de hacer país, incluso los hay que se dejan llevar por su entusiasmo desmedido para asegurar que lo español es el fútbol y no la investigación.  Link3
 

Están convencidos de que con la bandera y el nombre ya es suficiente, como han hecho con los Trenes de Gran Velocidad que aquí les hemos llamado Alta Velocidad Española, sin embargo no hemos sido capaces de desarrollar la tecnología para fabricarlos nosotros mismos, despreciando el talento que nos permitió hacer aquella maravilla de la ingeniería española que eran los Talgos, en cambio nos hemos mostrado muy solidarios con las empresas alemanas que fabrican los TGV.

Lo mismo hicieron en su día con Endesa, ¿recuerda usted el lema de la época?: “antes alemana que catalana”. Y ahora de nuevo lo han vuelto a repetir, con el diseño de la ropa de los deportistas españoles en los Juegos Olímpicos para el que no han sido capaces de hallar un diseñador nacional y se lo han dado a una empresa rusa, así el contrato y los posibles derechos de autor futuros serán para los rusos y no para nosotros.  Link4

Si esa es su manera de hacer país: quedarnos con un nombre bien español, para regalarles a los alemanes la inversión y los puestos de trabajo, y a los rusos los contratos y los derechos de autor, perdóneme pero creo que el suyo es un patriotismo de pacotilla que dice amar a España pero sin amar ni al país ni a los españoles, y por eso no puedo identificarme con él.  

Sra. Presidenta el país que yo amo no es el mismo que usted dice amar. No es un país que reivindique a los grandes conquistadores, sino a la gente humilde que sale cada día a ganarse el pan honradamente para ellos y para los suyos.

El mío no es un país que añore las riquezas conseguidas gracias a gestas colonizadoras, sino que cree en el trabajo y el esfuerzo como base para el progreso económico y social.

El mío no es un país de comunidades autónomas paralizadas a la espera de la subvención, sino un país de comunidades dinámicas y autosuficientes capaces de competir con las mejores regiones de Europa y del resto del mundo.

El mío es un país con un sistema electoral que garantice el recambio y la excelencia de la clase política y donde el ejercicio del poder no lo considere todo como botín electoral.

El mío es un país donde los políticos trabajen para conseguir el progreso de la nación y no solo para mantenerse en el poder durante décadas.

Pero sobre todo el mío es un país que no es excluyente como el suyo, sino un lugar donde cabemos todos, porque nos necesitamos todos, necesitamos las ideas, las lenguas y los pueblos diversos de toda nuestra geografía para seguir enriqueciendo nuestra cultura y nuestra nación.

El mío es un país donde ni siquiera ustedes, que tanto daño le han hecho a nuestro progreso, deben ser excluidos, porque también les necesitamos, aunque va siendo hora de que abran sus mentes y entiendan de una vez por todas que el mundo ha cambiado y que necesitamos una derecha inteligente (y antes de que me tache de izquierdista resentido, le diré que también necesitamos una izquierda inteligente, porque lo que soy es un ciudadano enfadado con todos ustedes y con la situación a la que han llevado al país).

Pero lo que más necesitamos es que ese ultranacionalismo español, rancio y pasado de moda, renuncie de una vez por todas a los tics excluyentes del pasado, que son los que le han convertido en el mejor aliado de todos los independentistas catalanes, y supongo que de todas las tierras de España.  


Este escrito fue enviado a la presidenta de la Comunidad de Madrid y a los medios de comunicación el 4 de agosto de 2012. 
A los pocos días (el 17 de septiembre) Esperanza Aguirre dimitió del cargo, espero que no fuera por la carta, tampoco había para tanto.



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