miércoles, 21 de noviembre de 2012

¿Y si el Barça perdiera 1 de cada 3 partidos?


Me sorprende que desde hace más de treinta años, nadie haya encontrado la fórmula para mejorar algo tan sensible como la educación. La escuela fracasa en la educación de más de un 30% de nuestros hijos y, no solo no hacemos nada, sino que cuando los ministros del ramo se permiten ligerezas como la del Sr. José Ignacio Wert de adoctrinar a los niños catalanes o aquello de proponer una hora de más o de menos para salvar todo el sistema, no hacemos dimitir a nadie.

Si ustedes tuvieran un coche que les fallase el 30% de las veces que girasen la llave de contacto, ¿qué harían? Si la luz de su comedor no se encendiera una tercera parte de las veces que accionan el interruptor, ¿qué pasaría? Buscarían una solución, ¿verdad? Pues en este tema no entiendo qué nos pasa. Si el Barça perdiera 1 de cada 3 partidos, sería una catástrofe nacional....

Tenemos que encontrar una solución pronto. Hay algunos antecedentes que podemos analizar por si nos pueden servir. En el caso de la sanidad hace unos treinta años se empezó por profesionalizar la gestión de los hospitales y por pasar una acreditación a todos los centros, cerrando los que tenían más dificultades para ser hospitales de agudos y convirtiéndolos en otros servicios que la sociedad necesitaba.

También se mejoró la formación pregrado en la universidad y se creó un sistema de selección de los licenciados mejor preparados con el examen MIR. Entonces se completó la formación de estos con una especialización, de 3 a 5 años, en un centro autorizado por su prestigio científico y técnico para formar especialistas. El resultado es que hoy nuestro sistema sanitario está entre los 10 mejores del mundo.

La escuela necesita un proyecto de la misma profundidad y empegadura. Que premie a los mejores centros y maestros, así como a los alumnos que tengan mejores resultados. Que integre gestores profesionales que velen por la calidad de la enseñanza y por la vinculación de la escuela con las empresas (la actual separación, incluso en la universidad, es una aberración que no nos podemos permitir). Y sobre todo hace falta que la sociedad recupere la cultura del esfuerzo o todo esto servirá de bien poco.

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