martes, 6 de noviembre de 2012

Lecciones de la crisis (1 octubre 2011)



Con esta crisis parece que políticos, economistas y tota la sociedad en general ha descubierto que la economía es un proceso cíclico, una cosa tan vieja como el hombre mismo. Sin ir más lejos, en el capítulo 41 del Génesis, José interpreta los sueños del faraón: Las siete vacas gordas y las siete vacas delgadas significan que vendrán siete años de abundancia, seguidos de siete años de sequía y de hambre...

Pero la historia va mucho más allá porque el mismo José le explica al faraón la manera de gestionar esta situación: Busca un hombre inteligente y sabio y ponlo al frente de Egipto, que visite las tierras y que recoja una quinta parte de las cosechas de los años de abundancia y los almacene para alimentar al pueblo durante los siete años de sequía.

Una lección simple y concisa sobre el carácter cíclico de la economía y sobre como administrar adecuadamente la riqueza para minimizar los períodos de escasez en beneficio de la sociedad; un cuento bíblico que todos los niños conocían cuando en la escuela se enseñaba historia sagrada, pero que desgraciadamente parece que todos hemos olvidado.

La enseñanza continua porque el faraón, como buen gobernante, que busca lo mejor para su pueblo, no huye de sus responsabilidades, no decide ocultar la información y aprovechar la bonanza de los primeros años para salir reforzado, ni dimite al sexto año con la espera de que los que vengan detrás resuelvan el problema. No, él afronta la situación, con firmeza y determinación, que es lo que se espera de quien manda. 
 
El faraón no duda en nombrar para el cargo a un hombre inteligente y sabio, el que tiene soluciones porque le ha presentado un proyecto para hacer frente a la trágica situación que se acerca, y este no es otro que el mismo José, alguien que no es ni de su cultura, ni de su raza, de hecho es un extranjero, un esclavo. Seguro que el soberano tuvo bastantes problemas para defender una decisión como aquella entre los círculos políticos y religiosos de la corte y más de uno debió pensar que era una locura darle un cargo tan importante a alguien que “no es de los nuestros” para resolver unos supuestos acontecimientos futuros basados en un sueño y por tanto más que dudosos.

Qué lejos me parece la realidad española y catalana de aquella lección magistral del faraón egipcio hace miles de años: qué diferente el análisis preciso de los problemas, buscando todas las posibilidades; cuanta humildad en la capacidad de aceptar buenos proyectos, aunque no nos los hagan los nuestros; cuanta inteligencia en preocuparse por cosas tan a largo plazo como más de siete años; y sobre todo, cuanta valentía para nombrar cargos en función de la valía personal y no del carnet político...

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