miércoles, 28 de noviembre de 2012

¿Crisis o algo más?

Esta crisis nos está poniendo a prueba como nunca antes hasta ahora. Estoy de acuerdo con los que ponen en duda que sea una verdadera crisis, porque este concepto supone algo coyuntural y pasajero, cuando en realidad estamos asistiendo al final de un modelo de sociedad que ya no funciona: el que hemos construido con nuestra manera de entender el juego electoral, el ejercicio de la política, la gestión de los dineros públicos o la relación entre administración y ciudadanos, fruto en definitiva de unos determinados valores, del poco rigor y de la escasa seriedad que imprime la picaresca a la que somos tan aficionados. 

Quien piense que saldremos de donde estamos para volver a la misma situación que teníamos en el 2005 o 2006 se equivoca completamente. Se tienen que hacer reformas profundas en el país, empezando por la ley electoral, la estructura y organización política, los órganos del Estado y de la Administración. El trabajo que tenemos por delante es titánico ya que además se tiene que mejorar la educación, la justicia, la calidad de nuestros productos, nuestra competitividad y la cuota de mercado que tenemos en el mundo, a parte de diseñar de una vez una verdadera política exterior. 

Pero todo esto no es nada comparado con el reto más difícil al que nos enfrentamos: el imprescindible cambio de mentalidad. Sin este cambio todo el resto es imposible. 

La resignación cristiana ante las desgracias, el pensar que todo está escrito o que es designio de Dios, es lo que ha permitido sobrevivir este modelo de sociedad incapaz de solucionar unos problemas que no tienen nada de divinos sino que hemos de resolver nosotros con nuestras  decisiones. 

El igualitarismo bien intencionado ha sido mal entendido, ya que exige la igualdad de resultados y no de oportunidades, y ello nos ha llevado a esa falsa solidaridad que consiste en que unos trabajan y pagan mientras los otros ponen la mano para vivir de la subvención.

Nuestra idea cristiana de que los dineros son pecaminosos, nos ha llevado a no valorarlos, a ser poco exigentes con los recursos públicos y a no pedir responsabilidades por la gestión del dinero de todos al final de cada legislatura, a parte de mantener un sistema hipócrita e insostenible de financiación de los partidos políticos. 

Insisto, quien crea que podemos salir de esta situación únicamente haciendo recortes en los servicios y mandando gente al paro, se equivoca de medio a medio. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario