
En su génesis,
porque son unas elecciones ilegítimas, al ser impuestas por el presidente del
Estado, que no tiene potestad para convocar elecciones en una Comunidad Autónoma
y mucho menos disolver su Parlamento y encarcelar u obligar al exilio al
gobierno legítimo.
Por su desarrollo,
ya que se hacen con una desigualdad indecente entre los distintos candidatos: algunos
en prisión, otros exiliados, con prohibiciones absurdas (color amarillo),
palabras proscritas (“libertad”, “democracia”, “presidente Puigdemont” o
“consejeros legítimos”), con censura en los medios de comunicación, amenazas y
expolios patrimoniales.
En esas
condiciones uno siente vergüenza cuando los candidatos del 155 aseguren que es
una gran oportunidad. ¿Qué dignidad habría en una victoria con el adversario atado
de manos y pies? Aunque, si se cumplen las encuestas, ni siquiera así ganaran y
su derrota será total e inapelable.

Una monarquía que
nadie votó y que se disfrazó de demócrata a cambio de que aceptáramos dejarlo todo
atado y bien atado (amnistía de crímenes franquistas, corona, unidad nacional y
mantener privilegios para la casta que ha gobernado durante siglos), pero que
en cuanto se quiere cambiar algo, muestra su verdadera cara reprimiendo,
encarcelando, censurando, multando y expoliando.
Si Cataluña
proclama la República, ¿hará lo mismo España o seguirán cómo hasta ahora?
¡¡¡LIBERTAD PRESOS POLÍTICOS!!!
¡¡¡VIVA LA REPÚBLICA!!!
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